Manifiesto

La profesión de abogado es una profesión apasionante pero también muy dura y en ocasiones ingrata. Es apasionante porque es una profesión creativa, que permite ayudar a las personas y hacer justicia con cierta independencia. Pero es dura ya que exige mucha dedicación al asunto, frecuentemente a costa de la vida personal y familiar, además de muchas horas de estudio porque el buen abogado tiene que estar al día y agotar todas las opciones hasta encontrar la solución adecuada.

Por si fuera poco, en ocasiones acontece que a pesar del esfuerzo empleado en el asunto concreto y de tener toda la razón, se dicta una sentencia totalmente injusta que desestima las pretensiones de tu cliente.

Hay que reconocer que este resultado es mucho más frecuente en el orden contencioso administrativo que en el orden civil. Por razones evidentes, cuando luchas contra la administración pública o una empresa privada que se ampara en una relación Jurídico pública, los privilegios de la administración y la “presión” que se ejerce sobre los jueces y tribunales es determinante del resultado de la sentencia.

Esta situación se ha visto agravada con la reciente regulación del recurso de casación en el orden contencioso que ha eliminado de un plumazo y sin titubeo la posibilidad de una segunda instancia en la mayoría de los casos en los que ha resuelto en primera instancia un Tribunal Superior de Justicia, lo que sucede por ejemplo en materia expropiatoria y planeamiento urbanístico.

Pues bien, en tercero de carrera, cuando inicié el estudio del derecho administrativo, me cautivó un libro que leí, escrito por uno de los más importantes juristas de la historia, Rudolf von Ihering, un artista insuperable del derecho. Me refiero a La Lucha por el derecho (Der Kampf uns Recht) cuya tesis es precisamente que el derecho se impone a través de la lucha. Y ahora que he ejercido la profesión de abogado durante más de 20 años y he soportado algunas injusticias, este libro escrito en 1872, se me antoja más actual que nunca.

En efecto, este libro trata de la lucha del derecho contra la injusticia. Como dice Ihering, “si en esta hipótesis el derecho no lucha, es decir, no hace una heroica resistencia contra aquella, se negará a sí mismo. Esta lucha durará tanto como el mundo, porque el derecho habrá de prevenirse siempre contra los ataques de la injusticia. La lucha no es, pues, un elemento extraño al derecho; antes bien, es una parte integrante de su naturaleza y una condición de su idea.

Qué acertadas son estas palabras y que difíciles de llevar a cabo en la práctica. Sin embargo, los abogados tenemos la obligación de ayudar en esta tarea, si el derecho es una lucha contra la injusticia, el abogado es un instrumento esencial, es el guerrero en la batalla y tiene la obligación de denunciar estas situaciones contrarias a la esencia misma del derecho.

Personalmente, quiero contribuir a esta tarea, día a día, grano a grano, y por este medio, de amplia difusión, me propongo publicar aquellas situaciones resueltas de manera injusta y a la par resaltar también, las sentencias que establecen la solución adecuada.

Igualmente, en ocasiones se dictan leyes injustas, contrarias a la propia esencia del interés general, y es obligación de los actores jurídicos argumentar para conseguir, en esa lucha, su no aplicación o cuando menos una aplicación justa por la administración y los jueces y tribunales.

Por último, quiero dar mi visión personal sobre ciertas materias en asuntos de actualidad, siempre con la orientación de la solución que considero más justa y adecuada. Además, invito a todos a participar en esta tarea, podéis leer las condiciones necesarias en el apartado posts de colaboradores. Es claro que solo de esta manera puede enriquecerse el blog y ser un arma útil en la lucha por el derecho.

No olvidemos que “La lucha es el trabajo eterno del derecho. Si es una verdad decir: Ganarás tu pan con el sudor de tu frente, no lo es menos añadir también: solamente luchando alcanzarás tu derecho. Desde el momento en que el derecho no está dispuesto a luchar, se sacrifica; así podemos aplicarle la sentencia del poeta: Es la última palabra de la sabiduría que solo merece la libertad y la vida, el que cada día sabe conquistarla.”

Es justicia que pido en Madrid, el 1 de abril del 2020